Este trastorno se caracteriza por tres grandes síntomas:

 – Dificultad de atención y concentración
 – Impulsividad
 – Conducta hiperactiva o sobreactividad

Generalmente, y asociado a estas tres características, aparecen otras dificultades, especialmente en el área escolar, pero también en el ámbito social (falta de habilidades para relacionarse con los iguales), personal (autoestima baja), problemas de conducta y de relación familiar.

Por lo tanto, no sólo es necesario detectar a tiempo este tipo de trastorno, sino también aprender las estrategias adecuadas para vivir con ello. Estas herramientas están orientadas a todos los niveles de desarrollo del niño, como son el aprendizaje escolar, social y personal.

Del mismo modo, también es importante que tanto padres como profesores, y demás personas que participen de la educación del niño o adolescente, adquieran dichas estrategias para el manejo de la diferente sintomatología asociada a este trastorno, así como comprender en qué consiste.

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